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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

jueves, 19 de mayo de 2011

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fueran
ridículas.

En mis tiempo también escribí cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, en fin,
sólo las criaturas que no han escrito nunca
cartas de amor
son las que son
ridículas.

Quién volviera a aquel tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy
mis recuerdos
de esas cartas de amor
son lo que son
ridículos.

 (Todas las palabras esdrújulas,
  como los sentimientos esdrújulos,
  son, naturalmente,
  ridículos.)
                                                                                                   (Álvaro de Campos)

viernes, 6 de mayo de 2011

Decían de ella que era una niña silenciosa, que se sentía mejor en su rincón, lejos de la gente, sin ser molestada. Decían de ella que la timidez infantil daría paso a la seriedad y sobriedad, que sería noble y honesta. Y todos asentían.
Mientras, ella miraba a su alrededor y veía un mundo de palabras que no entendía, sonrisas que le asustaban... Nada tenía sentido. Pero no le habían enseñado a formular todas aquellas preguntas que martilleaban su cabeza. Se limitaba a mirar con impaciencia a sus padres, esperando algo... no sabiendo qué... Durante esa espera, aprendió a gritar en silencio, pero nadie se dio cuenta, nadie se percataba de sus aullidos. Se cansó de esperar. Y un día habló de sus fantasmas, de nuevo, nadie más que ella...los vio. Ese fue el inicio.
Aturdida y frustrada, decidió no esperar nunca nada. Empezó a cogerle gusto a lanzar cualquier cosa que tuviera delante contra la pared. Sus padres lo llamarban adolescencia.
Jamás entendería el mundo. Todo era demasiado complejo, no podía hacer como con los juguetes que le ragalaban hacia sólo unos años antes, destriparlos, desmontarlos hasta averiguar cual era el mecanismo que hacía que ese tren silbara... que esa muñeca llorara...
Y tuvo una idea...  si lograba crear un acontecimiento que hiciera que su mundo explotara, que todo se destruyera, habría un desmoronamiento que llevaría a un nuevo comienzo..y podría tranquilamente, desde el salón de juegos, analizarlo todo, pieza por pieza...
Pero... no sabía como ponerlo en práctica, y una noche.. mientras cenaba con sus padres, mientras ellos hablaban sin decir nada, lo vio claro... Sus padres eran el centro de su mundo...
Lo llamaría..el "pequeño Big Bang"..
En poco menos de dos horas, las inmediaciones de la casa eran un hervidero de gente, vecinos, conocidos y por conocer, y el interior de ella, casi un cuartel policial, con una señora enorme de uniforme abrazando a la pobre niña que lloraba desconsolada... mientras el resto de compañeros examinaban dos cadáveres situados alrededor de la mesa del comedor, todavía con los platos llenos de carne... carne muerta en los platos, carne muerta en el suelo...
Acabó viviendo con sus abuelos, puesto que a su hermana mayor la detuvieron como autora del parricidio, que ocasionó para cobrar el seguro de vida de sus padres.
Cambió de ciudad, de colegio, de amistades, de progenitores... así que había funcionado... podía volver a empezar, era como nacer de nuevo... y naciendo a esa edad, podría llegar a entenderlo todo...
Heredó una cantidad nada despreciable de dinero del seguro de vida, el cual aseguraba su futuro...
Empezó..entendiendo la ironía...
....y decían de ella que era noble y honesta... y todos asentían..