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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

viernes, 20 de enero de 2017

Hay

Hay destinos
donde lo que carece de temblor no es sólido.

Hay amores
en los que el mundo no te basta, falta un pasito.

Hay placeres
en los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado.

Hay momentos de mutismo
en que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es sólo
cuestión de sexo.

Hay cabellos teñidos por un meteoro
donde es el diablo quien hace la raya.

Hay soledades
en las que miras sólo con un ojo y sólo miras sal.

Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.

Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.

Hay silencios
que debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!

(Vladimir Holan)

domingo, 15 de enero de 2017

Y cómo explicar(te)...
los silencios que se clavan mis ventanas,
la ausencia que se instala en mis paredes,
los filos cortantes que agrietan mi tejado.

Cómo mostrar(te)
las capas de piel que abrigan el invierno de mis ojos,
el suicidio de los días,
la desesperanza de las noches.

Asalté las rebajas en busca de un corazón de repuesto,
a precio de saldo.
Y lo encontré.
Está averiado,
una mueca más para el engaño,
un engaño más que se suma a la cuenta de los hipotecados.

Hace tiempo que lo sé;
en la vida hay que estar de alquiler o de regalo,
sin contrato de permanencia.

Y una vez soñé ser árbol,
un árbol sin raíces,
sólo hojas caducas,
en caída perpetua.
Y en su caída quedé desnuda,
de ese tipo de desnudez que es el arte de mostrar la decadencia en su momento álgido;
es... como llevar mar adentro toda la arena muerta
y escupirla o vomitarla,
es hurgar en los excrementos fosilizados...
o pisar las hojas propias caídas,
antes de que otros pies que no sean los mios las deshagan.

Y tengo miedo, sí.
Tengo miedo al depredador que me habita,
tengo miedo de temerme.

Y a veces me despierto llorando la masa que hice de arena, agua , excrementos y hojas...
y las lágrimas tienen ya un sabor putrefacto...

Otras veces...
me disuelvo.

sábado, 7 de enero de 2017

Volver a escribir...
Y hacerlo como si la vida se te escapará por los dedos,
como si existieran formas de salvarse que no salieran de unos labios.

Escribir...
Cuando amenaza tormenta y no hay más que nubes a tu alrededor,
como si fuera necesario que tu lluvia descargase sobre todos los tejados de la ciudad.

Escribir...
Hasta que te tiemblen las manos,
hasta que no quede punta que sacarle al lápiz,
hasta que la hoja blanca se torne gris.

Escribir...
Para silenciar el ruido atronador de tus pájaros escondidos,
para gritar en silencio bajo la grieta perpetúa.

Escribir...
para acariciar la derrota antes de darle muerte,
para mirar a los ojos al fracaso y escupir sobre su tumba.

Escribir...
hasta que suene la canción que nadie ha compuesto
y para que las que compusieron sean la banda sonora de tus pasos.

Escribir...
para que la primavera te altere la sangre,
para que el verano no derrita tu esencia,
para que el otoño no sea perenne,
para que el invierno no te hiele por dentro.
Para ver sola a Rohmer...

Escribir...
para reírse del miedo,
para abrir el paracaídas antes del salto.
Para saltar.

Escribir...
para descubrir quien fuiste,
para saber quien eres,
para creer en quien serás.

Escribir...
para librarte de lo que pesa,
para no cargar más de lo necesario,
para soltar lastre y echar a volar.
(O saltar)

Escribir...
Que nunca es tarde...