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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

lunes, 4 de abril de 2011

Poema del fin (5)

Espío un signo en sus labios,
pero bien sé que no hablará.
-¿Ya no me quieres?-Sí, te quiero.
-No, no me quieres. -Me siento cansado,

triste, consumido. Me siento acabado.
(La mirada, altiva, por la sala)
-¿Es esto nuestra casa?
-La casa está en nosotros. -¡Bonitas palabras!

El amor es de carne y de sangre,
flor que con propia sangre se riega.
¿Crees que es amor
un rato de charla en la mesa?

¿Y después, como ellos-damas
y caballeros-,cada uno a su casa?
El amor no es sino....
                              ¿sagrario?
¡Qué palabra! Mejor decir: llaga,

cicatriz. ¿Bajo los ojos de camareros
y borrachos? (Y por dentro:
el amor es este arco tenso,
es decir: ruptura. Ruptura.)

-Amor significa unión, y nada ya
nos une, ni labios ni vida. (Oh, no
me des la malaventura, te rogué
al comienzo de nuestra intimidad,

en aquella hora cercana a la cumbre
y la pasión. Ya humo -Memento:
eso es amor -dejar que se queme el don
¡siempre en vano! en el fuego.)

Los labios -grieta en la concha- lívidos:
sonrisa de intendente. -Primero,
una cama en común.
¿Abismo, quieres decir? Tamborileo

de dedos en la mesa. -¿No querrás
mover montañas? Amor significa...
-Mío.
-Ya entiendo.¿Conclusión?

El ritmo de los dedos en la mesa
se acelera. (Cadalso.)
-Vámonos. -Yo hubiera preferido:
muramos. Sería más sencillo: muramos.

Basta de banalidades: basta
de viajes, versos, hoteles, tranvías...
-El amor significa la vida.
-No, otro nombre le dan los antiguos...

-¿Entonces?

Aprieta el puño -un pez muerto-
el pañuelo. -¿Nos vamos?
-¿Adónde? Elige: precipio, bala, veneno...
La muerte -en claro.

-La vida. Como un cónsul romano
que evalúa -águilas ojos- lo que queda
de sus huestes.
                        -Rompamos, pues.

                                                      M.T.