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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

martes, 15 de diciembre de 2015

Desapareció el punto verde.
El tiempo transcurrido.

Yo sé de lo que hablo...
Si tú también...
Tenemos un problema (más)...

O lo tengo yo...

lunes, 17 de agosto de 2015

En estado de espera

Estoy triste esta tarde.
Y sin motivo. Abro la puerta
de la nevera y allí está mi padre:
la noche inacabable en que murió.
Voy a mear y allí me acecho
yo de niño y la precaria
economía familiar de entonces
-la que heredé- y sus peleas.
Me lío un cigarrillo y casi siento
que a mi espalda están todas
las mujeres que alguna vez yo fui
y que ya no. Y me pregunto
si habrá algo que hacer
que me corrija tanta
tristeza equivocada.
Algo que me alivie.
Algo. Lo que sea.
Por ejemplo: tú.

     (Pedro Andreu)

martes, 30 de junio de 2015

De niña te engañaron
con un dios benévolo
que siempre estaría a tu lado,
que siempre te ayudaría.
Reza.

Y aprendiste a rezar.
De rodillas.
Y así creciste,
(como dice la canción)
de rodillas pidiendo perdón.


miércoles, 3 de junio de 2015

Hay veces
que escaparía
de mi piel,
de mi sangre,
de mis huesos.

Hay veces
que escaparía
de mi nombre,
de mis muertos,
de mis vivos.

Hay veces
que escaparía,
sin dudarlo...
de esta aprendiz de nada
que soy.
Antes de convertirme en ella.

martes, 2 de junio de 2015

La trayectoria del desastre

Lo peor del monstruo
consiste en descubrir
su condición en los ojos
que ama.
¿No lo veis?
No sois capaces de verlo;
me acercaré a vosotros con versos
que disfrazan toneladas
de una atroz nada
y asestaré mi mortal dentellada.
La lucidez del vértigo
debería servir de advertencia.
Nunca tengo suficiente sangre
nunca me canso de morder
la mano ofrendada.
Yo soy la víctima y el verdugo
por no hacer caso a Rimbaud.
Ícaro y el moderno Prometeo,
El Rey Midas invertido,
me reconocen como semejante
cuando trazo compulsivamente
la trayectoria del desastre,
la espiral de la derrota.
Al menos se abre paso
la virtud innegociable del vacío.
Después de todo quizá
mis alas sirvan para volar.

-Javier Vayá Albert-

sábado, 28 de febrero de 2015

No me sale la voz.
Ni un leve sonido.

Cada sílaba escuece en la garganta.

Me pregunto si, pese a ello,
habrá alguien capaz de escuchar
mis gritos inaudibles.
Si habrá alguien que quiera quedarse,
que pueda llegar a entender
quién soy.

La realidad me exige demasiado.
Y a veces no puedo evitar
quedarme a las puertas
rascándome las heridas,
incapaz de entrar,
arrancándole las costras al silencio.

Estoy sola
porque ni siquiera estoy conmigo.

Sólo intento anestesiar el dolor,
ese que está tras la puerta...

Mantengo la calma,
cumplo las reglas,
cuento las horas.

Y me aclaro la garganta...
justo antes de regresar a casa
para volver a buscar una nueva forma
de gritar sobre un papel...
Tengo miedo.

Cada sílaba escuece entre los dedos...

sábado, 7 de febrero de 2015

Señales de tránsito

Vio el mar por primera vez. En la distancia, el mar era azul. Incuestionablemente azul. Sintió la felicidad de comprobar. Corrió desnudo por la arena de una playa sin turistas hasta que las olas le salpicaron la cara. Se detuvo, sospechando algo terrible, tomó entre sus manos un poco de mar. Y lo temido ocurrió. En el hueco de sus manos el mar dejaba de ser azul, era sólo agua transparente.
Acortar la distancia para destruir el encanto.

"Plástico cruel" Sbarra

jueves, 8 de enero de 2015

Yo debería, de una vez, aprender a escribir sobre el miedo.
Miedo a lo que hice.
Miedo a lo que no hice.
Miedo a lo que podría hacer...
Podría incluso aprender a escribir.
A variar argumentos.

Y dejar que la lluvia me empapara,
como una especie de ritual de limpieza.
Podría ser un buen comienzo...

Pero en esta ciudad hace tanto que no llueve...